El espacio que una es

En este mundo donde abunda la presuntuosa artesanía retórica, lo que quiero escribir seguramente ya está escrito en mí; tengo que aprender a copiarme con cuidado, delicadamente. Vivo de mí misma, como si comiese mis propias entrañas, mientras me pierdo en devaneos deslumbrantes y pequeñas alucinaciones. Una contracción violenta / la supresión de imprescindibles nexos. Escribir (para mí) es donar los órganos y luego habitar ese espacio de desposesión en la obstinada confianza de alcanzar la verdad y algún tipo de belleza. Necesito contar mis tristezas, mis deseos, las fantasías que alborotan mi cabeza. Necesito vivir lo que escribo, ser autora y dueña del sentido de lo que digo. Ser trascendida por un texto que rechace la sumisión. Palabras marcadas por mi propio jadeo de mujer que se niega a ser sacrificada. Escribir como hablo: involuntaria y sola. Descubro fórmulas mágicas que me abren compuertas, voces que develan mi inconsciente. La fuerza del hueco que se abre y me permite penetra...