El placer de escribir, pero no tanto de publicar.

Desde muy temprana edad, la escritura se convirtió en algo terapéutico para mi. Escribir era lo que me salvaba de mi misma, lo que me ayudaba a pensar, a reflexionar, a crecer, a analizar. Escribía siempre lo que me pasaba, lo que pensaba, lo que creía. Llevaba mi propio proceso, escribía lo que me faltaba hacer y las mentiras que me decían,  pero escondía todo lo que creaba. No quería que lo leyeran, que nadie lo encontrara.

2,246 Likes, 22 Comments - m i c h e l l e (@procrastiartist) on Instagram: “90s nostalgia  Missing those good ol' days where you ask your magic 8 ball for answers & of…”

Leer poesía, una actividad que se volvió también en mi favorita, me sacaba de los problemas, de los monstruos que yo misma me creaba; así que desde los 8 o 9 años, leía todos los libros de poesía que tenia en mi clase, veía las pinturas que mostraba el libro.
 
Recuerdo, que inclusive me aprendía de memoria los poemas, las temáticas no estaban muy perdidas en cuanto lo que me pasaba, si me sentía enjaulada, leía Pato de Blas de Otero. Cuando estaba enamorada leía Romance del Conde Niño, si lo que quería era fantasía entonces recitaba el poema de Margaritta Debaile y entonces escribía así, en verso.

En aquellos años, sabia más de poesía, sabia más de la rima, sabia mas de autores y ahora solo me queda, recordar un poco de ellos. Escribía entonces, en base a lo que leía, a las historias de amor, a la esperanza, a la libertad, escribía mucho por la libertad, era un tema que estaba en casi todo, en poder ir al parque, al bosque, la libertad de estar en mi propia casa a salvo, en la escuela, la libertad de quedarme sola, o acompañada y estar bien, feliz, tranquila. Aunque eso no pasaba, cuando estaba sola, me sentía perdida y escribía para sentirme acompañada, me creaba historias, aunque también tengo que decir, que afortunadamente los poemas y cuentos que me encontraba en mi camino no eran los comunes. 

Escribí de niña, escribí muchos cuadernos, llenos de relatos, tenia 5 diarios y 2 o 3 cuadernos donde escribía historias, rimas, poemas, imitando el estilo de lo que leía, y mucho se perdió, todo, casi todo, por no publicar, por no guardar, entre mudanzas, lagrimas, tirar a la basura o quemar paginas, se fueron mis mejores creaciones de la infancia, pero sin duda, se que aún tengo algo de esos sueños, de esa esperanza, de ese aprendiza, de ese proceso de amarme a mi misma durante mi niñez, de acompañarme siempre.

Un proceso que nunca acaba.
 

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